El conteo regresivo de los “callejoneros electorales”
Llegó la hora en que nadie confía en nadie, las “infidelidades” electorales, los “retiros espirituales” y de las “llamaditas perdidas”.
Cuando estamos a 12 días de la jornada para elegir alcaldes, gobernadores, concejales, diputados y ediles, el nerviosismo comienza a apoderarse de los diferentes candidatos.
Unos dicen y creen estar seguros del triunfo. Algunos están en veremos y otros no ocultan sus pocas posibilidades y con los pies puestos en las refrescantes playas de Puerto Mocho, rodeados de la hermosa tarulla que les brinda la naturaleza.
Lo que nadie desconoce es que, en este momento, las coaliciones y acuerdos políticos tiemblan más que gelatina. Algo así como si los pactos estuviesen pegados con saliva y en algún momento cualquier cosa puede pasar.
Un ejemplo de ello es lo que viene sucediendo en los municipios del Atlántico, donde los sabaleos son el plato del día, tal como le acaba de suceder al candidato a la Alcaldía de Sabanalarga, Carlos Zuluaga, cuando dos de sus fuertes aliados cruzaron la frontera de otra candidatura y con un color distinto, lo que necesariamente no refleja una democracia abierta ni participativa.
Es por eso que a partir de hoy comienza la hora “cuchi – cuchi”, la del “coge – coge”, la del mejor postor, la del “quien da más”, en fin, la hora del “¿a cómo?”.
En estos días nadie confía en nadie, aplicando la célebre frase de Cantinflas: “¡Aquí todos somos sospechosos!”.
Y como nadie confía en nadie entonces aparecen los “retiros espirituales”, con celulares camuflados, donde todos duermen encadenados para evitar “infidelidades” con una “llamadita perdida”.
Los “retiros espirituales” tampoco son prenda de garantía porque muchos se acuestan con un color, amanecen con otro y hasta con el arco iris completo. Algo parecido a la película “Durmiendo con el enemigo”.
Es así como salen al escenario politiquero aquellos que el analista Iván Romero Mendoza denomina como “callejoneros”, caracterizados por voltear la arepa a última hora, los mismos que no resisten una “llamadita perdida”, un plato de lentejas o un suculento sancocho trifásico: papa, ñame y yuca.
Por eso, para muchos también son los días del “descuadre” de las cuentas y no precisamente porque fallen las baterías de las calculadoras. Es tal el “descuadre” que algunos hasta piensan someterse a la Ley 550 por “quiebra electoral anticipada”, por cuenta de un desaforado mochileo.
En estos días quienes también tienen que ponerse las pilas son los proveedores de camisetas, afiches, botones, gorras, manillas, tropezones, vallas móviles, volantes y de toda clase de propaganda electoral para cobrar antes del 25 de octubre porque al día siguiente les apagan el celular.
Lo mismo para la “mancha amarilla” de los zapaticos porque lo que no se paga antes del 25, no esperen a que les vayan a llevar la plata en la puerta de su casa.
De esta alerta no se escapan los periodistas, para que después no tengan que corretear a los candidatos y menos si terminaron en Puerto Mocho, porque al final todo quedará como “Publicidad Política Envolatada”.